
El viejo Fontane
Os ofrecemos las primeras líneas de la introducción de Thomas Mann que acompaña a nuestra edición de Effi Briest, de Theodor Fontane, un texto lúcido y ameno que nos acerca como ningún otro a la figura del «viejo Fontane».
«Se ha publicado un nuevo volumen de cartas de Theodor Fontane, una verdadera delicia. Hasta ahora solo contábamos con dos volúmenes con las cartas a su familia y con dos más de cartas a sus amigos. ¿Es que queda algún otro? ¡Entonces, tiene que publicarse! Y en especial el testimonio de la época más tardía, las cartas del viejo Fontane. En comparación con ellas, las del Fontane joven o de mediana edad tienen poca importancia. ¿No da la sensación de que estuviera obligado a envejecer, y mucho, para llegar a ser él mismo? Del mismo modo que hay jovenzuelos que alcanzan la plenitud muy temprano y nunca maduran, por no hablar de viejos que no sobreviven ni a ellos mismos, también es evidente que existen naturalezas para las que la vejez es la única edad, ancianos clásicos, por decirlo así, llamados a abrir los ojos de la humanidad a las enormes ventajas de esa etapa vital, como la ternura, la bondad, la justicia, el humor y una taimada sabiduría, en definitiva, el más alto retorno a la inocencia y la libertad de la niñez. Él era uno de estos, y parece que, consciente de ello, hubiera tenido prisa por envejecer, para poder ser mayor durante mucho tiempo. En 1856, a los treinta y siete años, escribe a su mujer: «Me doy cuenta de que envejezco porque comienzo a encontrarle el gusto a la música. La música y la belleza de las líneas de una estatua comienzan a sentarme bien. Los sentidos se me agudizan, y la primera regla del deleite es ahora: ¡Nada de esfuerzos! Durante la juventud todo eso es diferente». Veintitrés años después escribe a su editor Hertz: «Acabo de comenzar. Aún no he vivido nada, sino que todo queda ante mí, lo cual es al tiempo suerte y desgracia. También desgracia. Porque no tiene nada de agradable aparecer como un ‘pequeño doctor’ a los cincuenta y nueve». Catorce años después escribió su obra maestra…